La Batalla de Lepanto
Nuestra Iglesia de Santo Domingo atesora bellas obras que, sin duda, nos evocan la influencia del Espíritu al observarlas.
Una de ellas, el cuadro de La Batalla de Lepanto, ha sido solicitado por la fundación de Las Edades del Hombre en Ávila con motivo de la exposición "Testigos" que tendrá lugar en dicha ciudad hasta el mes de diciembre de este año.
Por ese motivo en el lateral de la Capilla del Rosario, donde habitualmente podemos contemplar este lienzo, hay una reproducción provisional.
Durante este tiempo, nuestra comunidad tiene un motivo más, añadido, para visitar la histórica ciudad de la santa Teresa de Jesús.
JUAN DE TOLEDO Y MATEO GILARTE
Circa 1665
Óleo
sobre lienzo 228
x 372 cm
(bastidor); 280
x 424 x 12 cm
(marco)
Iglesia de Santo
Domingo-Compañía de Jesús.
Murcia
RESTAURACIONES
1987. Centro Regional de Restauración de
Bienes Muebles de la Región de Murcia.
EXPOSICIONES
Exposición conmemorativa del IV centenario de la Batalla de
Lepanto, Barcelona,
1971.
Huellas,
Murcia, 2002.
BIBLIOGRAFÍA
Palomino, A., 1988, p. 327.
Nicolás Gómez, D., 2002, pp. 170-171
El cuadro de la Batalla de Lepanto, de Juan de Toledo, natural de Lorca (Murcia), combatiente en Lepanto y fallecido en Madrid el 1 de febrero de 1665. Mateo Gilarte es el autor del medallón de la Virgen con el Niño, ornado de flores, que corona el gran cuadro, encargado a él en 1603 por los Marqueses de Almodóvar, bienhechores de la Cofradía del Rosario, cumpliendo el voto de un progenitor suyo asistente a la batalla. En las cuatro esquinas del cuadro hay cuatro medallones con los protagonistas de la batalla: el Papa San Pío V, Felipe II, el turco vencido Solimán o Alí-Bajá y D. Juan de Austria, el Almirante cristiano vencedor.
TEXTO DEL CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN:
Capítulo II: En la España de la Contrarreforma
España es una gran nación fruto de la unidad conseguida en el reinado de los Reyes Católicos. Su grandeza traspasa los límites de la geografía nacional al contar con amplios dominios en las Indias recién descubiertas en 1492…
…Pero la defensa de la fe católica universal
requerirá la ayuda de la corona española,
…la mayor batalla naval que ha habido muchos años ha, y aun se podría decir sin agraviar a nadie, jamás se vio ni oyó habiendo venido a pelear no solo voluntariamente, pero de ambas partes con gran confianza de vencer cada una de ellas...
TEXTO DEL CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN:
CATÁLOGO DE OBRAS, Las Edades del Hombre
Teresa de Jesús Maestra de Oración,
págs. 45 y 46.
Capilla de Mosén Rubí, ÁvilaCapítulo II: En la España de la Contrarreforma
La
figura colosal de
Santa Teresa no puede entenderse correctamente al margen de la
época
que le tocó vivir. La segunda de las sedes de la exposición, la capilla de Mosén Rubí, cuya
arquitectura abarca desde finales del gótico
hasta el renacimiento, ambienta a la
perfección los dos capítulos siguientes
dedicados a la España de la Contrarreforma y al
nacimiento de las descalzas
de la Madre Teresa.
España es una gran nación fruto de la unidad conseguida en el reinado de los Reyes Católicos. Su grandeza traspasa los límites de la geografía nacional al contar con amplios dominios en las Indias recién descubiertas en 1492…
mediante la creación de la Santa Liga, reinando Felipe II, para frenar la conquista del
imperio turco en el Mediterráneo. El día 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la
famosa victoria
de las armadas aliadas formadas por los Estados Pontificios,
República de Venecia y España,
por la que se conseguirá una paz duradera en el
Mediterráneo. La pintura que representa
la Batalla de Lepanto, debida a los pinceles de Juan de
Toledo y Mateo Gilarte entre 1663
y 1665, pone de relieve la intercesión de la
Virgen María en la victoria sobre los turcos. La
obra se conserva en el
convento de Santo Domingo de Murcia. El Cristo de Lepanto,
de Medina de Pomar (Burgos), nos lleva a la
escena misma de la victoria de la fe cristiana.
Cfr. CATÁLOGO DE
OBRAS, Las Edades del Hombre
Teresa de Jesús Maestra de Oración,
págs. 124 y 125
…la mayor batalla naval que ha habido muchos años ha, y aun se podría decir sin agraviar a nadie, jamás se vio ni oyó habiendo venido a pelear no solo voluntariamente, pero de ambas partes con gran confianza de vencer cada una de ellas...
Con
estas palabras definía don Juan de Austria la épica batalla naval que tuvo
lugar 7 de octubre de octubre de 1571, entre la armada de la
Santa Liga y las naves de Ali Baja, en el golfo
de Lepanto. El informe remitido a Felipe II por el capitán general
de la mar da
idea de la magnitud de una contienda, que reunió a más de
400 galeras
y 200.000 hombres.
Definida en
ocasiones como la mayor batalla naval de la edad moderna, la
conocida como Batalla de Lepanto, supuso un verdadero
cortafuego a las aspiraciones otomanas
en el Mediterráneo, pero sobre todo la constatación de
la identificación de la imagen de la monarquía de los Austrias como la
más férrea defensora del catolicismo
frente a sus múltiples amenazas, incluida la temida y hasta entonces invencible
armada turca, que de forma sistemática atemorizaba las costas mediterráneas.
El triunfo de la Santa Liga
proclamada por Pío V se transformó en una iconografía ampliamente representada
en las cortes vaticana, española y veneciana. Entre otros ejemplos merecen
destacarse las pinturas realizadas por Andrea Vicentino para el Palacio Ducal
de Venecia, por Veronés para la Galería de la Academia de la misma ciudad o por
Giorgio Vasari para la sala Regia del Vaticano.
Juan de Toledo, pintor formado
junto al Miguel Ángel de las batallas, Michelangelo Cerquozzi, recibió con
destino a la capilla del Rosario de Murcia un encargo similar, representar el
triunfo de la flota naval de la Santa Liga. El lienzo, de grandes proporciones
y actualmente ubicado en un lateral de la mencionada capilla anexa a la iglesia
de Santo Domingo, muestra el fragor de la batalla. Lejos de las visiones
organizadas y lineales previas a la batalla elegidas por otros artistas
italianos y españoles, la visión del pintor lorquino nos presenta, en esta
ocasión, el desarrollo de la contienda; las galeras se han alcanzado
conformando un gran conglomerado, los espolones han hecho mella en las naves
enemigas y los soldados cristianos han descargado el arma que les confirió una
considerable ventaja frente a su oponente, la potente artillería.
Sobre la visión cenital de los
acontecimientos, distorsionada en la lejanía por la pólvora en suspensión que
difumina la profundidad de la escena, aparece la Virgen del Rosario pintada, al
igual que los retratos de los principales protagonistas de la batalla, por
Mateo Gilarte. Bajo su protección y amparo lograron el triunfo las naves
cristianas, declarando por ello Pío V su aniversario como
fiesta de la Victoria, siendo modificada tan solo dos años más tarde
por Gregorio XIII, por
la advocación de Nuestra Señora del Rosario. Las efigies del
papa Pío V, de Felipe II, de Alí Bajá y de don Juan de
Austria se sitúan enmarcadas en
los extremos de la composición, otorgando una destacada carga
histórica al acontecimiento.
J.C.G.R.
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