¿ Crisis de fe?

 

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“Muchas de las grandes oportunidades vitales
se presentan disfrazadas de problemas.”
(J POWELL).

“No he venido a traer paz, sino discordia”
(Mt 10,34).


La noche oscura de la madre Teresa de Calcuta:

Como su oscuridad interior se hacía cada vez más difícil de llevar, los aniversarios significativos le recordaban las intervenciones de Dios en la corta historia de la pequeña comunidad. En tales ocasiones lo único que Madre Teresa podía hacer era reconocer los frutos de su “sí” a Dios y expresar su profunda gratitud:

         “El 21 de diciembre hará cinco años que empezó la obra en los barrios más miserables y quiero darle gracias a ustedes por todo el interés personal y el amor  paternal que ha mostrado a la joven Congregación, Muchas almas han sido llevadas a Dios. Muchos moribundos han sido enviados a Dios, a muchos niños se les ha enseñado a amar a Dios, a muchas personas enfermas se les ha dado apoyo y se les ha enseñado a sufrir por amor a Dios, y sobre todo la vida generosa y llena de abnegación de nuestras jóvenes Hermanas ha  debido causar mucha reparación al Sagrado Corazón. Por todo esto, le pido que dé gracias a Dios conmigo (carta madre teresa al arzobispo Périer, 26 febrero 1954)”.
 
La madre Teresa le comunica al arzobispo: “mi alma permanece en profundas tinieblas y desolación. No, no me quejo –que haga conmigo todo lo que Él quiera”  Entregándose de nuevo, sacrificaba voluntariamente el consuelo de sentir la unión con Jesús por el reto de vivir sólo de fe….”Cuando sea muy duro para usted, basta que se esconda en el Sagrado Corazón y allí mi corazón unido a usted encontrará toda la fuerza y el amor: Quiere sufrir en el amor puro, diga más bien en clamor que Él ha escogido para usted. Tiene que ser una “hostia inmaculada”.
A pesar de la noche interior que vivía, Jesús era su único centro….”
Excelencia: Le estoy muy agradecida por su visita. Después de haber estado con usted siempre siento la carga un poco más ligera. No sé, pero hay una soledad tan profunda en mi corazón que no lo puedo expresar. Hace meses que me he sido capaz de hablar con el Padre Van Exem y cada vez me resulta más difícil hacerlo. ¿Cuánto tiempo estará lejos Nuestro Señor?….(Sacado de Madre Teresa: “Ven, sé mi luz”).



La respuesta a una joven en crisis:

         Querida Mª Angeles:

         Cuando el otro día me dijiste que tenías la sensación de que esta última temporada te estabas volviendo un poco atea, seguramente esperabas de mí alguna reacción concreta. Quizás querías provocar una discusión sobre Dios, o esperabas inconfesablemente que te ayudara a fortalecer tu fe, y quizás al mismo tiempo temías que te espetara el típico rollo de cura, del que temías que ibas a salir con las mismas perplejidades de antes y por eso mismo, en peor situación que antes. Por mi parte, he de confesarte que fue el temor de que sucediera esto último lo que me retrajo de manifestarme con reacción alguna, dejando que tu confesión fuera engullida en la corriente de la conversación superficial.

         A veces pienso que cuando yo era más joven, y quizás más fervoroso en mi fe, me ponía con mucha más facilidad a hablar de Dios; y que ahora, no sé si porque posiblemente también mi fe se está debilitando, cada vez hablo de Dios con más dificultad.

         Antes, cuando hablaba de Dios, lo hacía sin rebozo alguno; pero me parece que lo hacía más bien con fórmulas hechas y con un tanto de superficialidad que ahora me parece poco responsable. Lo que había leído o sacado por mi cuenta lo tenía sin más como verdad incuestionable……No sé si podré ayudarte a comprender lo que intento decirte invitándote a hacer un pequeño esfuerzo de imaginación. Imagínate que por un toque maravilloso de varita mágica de una de esas hadas de los cuentos infantiles, te es dado de repente conocer absolutamente todo lo que es, lo que ha sido y lo que será de todas las cosas del universo: todas las causas, los principios, las características, las relaciones, la profundidad del ser de absolutamente todas las cosas, personas y acontecimientos, de suerte que nada de esto tuviera ya para ti ningún secreto.

         Pues bien: en este momento tú podrías y deberías preguntarte todavía ¿y todo esto, por qué? ¿Por qué esta inmensa concatenación de seres, entrelazados por esa complejísima cadena de causas, efectos y relaciones? ¿Por qué ha existido y existe todo esto, y no más bien la nada absoluta, la oscuridad absoluta del no ser? Esta pregunta, como pregunta absolutamente totalizarte sobre el ser de todo, nos enfrenta con el misterio del universo en su totalidad, el misterio de su razón de ser. Y hemos de confesar que ante esta pregunta no sabemos dar una respuesta, pero que tiene que haber una respuesta.

         No podemos decir cuál es la razón de ser del mundo, pero tiene que haber una razón de ser del mundo. Eso que ya no sabemos decir qué es, pero que tiene que darse para que todo sea y exista, es lo que designamos con el nombre de “Dios”, como cifra del misterio del mundo.

         Cuando uno, después de haber recorrido todos los saberes y todos los conocimientos acerca de las cosas del mundo, ha sabido llegar a la frontera y al horizonte de donde se acaban todos estos saberes, descubriendo desde allí el misterio del mundo, entonces es cuando se asoma, pasmado y sobrecogido, al misterio de Dios.

         Quizás todo esto te parezca muy intelectual, muy abstracto. Pero me atrevo a insinuar, para terminar este apartado, que en el fondo de todo ello hay algo muy sencillo y muy vital, que nos está afectando siempre en lo más hondo de nosotros mismos. Unamuno lo expresó con gran fuerza y simplicidad en su “Sentimiento trágico de la vida”. Dice allí:

         “Se me encendió el hambre de Dios, y el ahogo del espíritu me hizo sentir, con su falta, su realidad. Y quise que haya Dios, que exista Dios”. Sólo quisiera añadir, por mi parte, que ese Dios no es puramente el objeto de un “querer” más o menos subjetivo y caprichoso, como tal vez pudiera pensar a ratos el atormentado filósofo de Salamanca. Puesto que mi “hambre de Dios”, mi necesidad de Dios, son cosas objetivas y reales que no puedo negar sin negar lo que soy, lo que se requiere para saciar esa hambre real, para satisfacer esa necesidad real, ha de ser algo efectivamente real y existente.

Ante este tipo de razonamiento alguien quiso objetar que “la existencia de la sed no es garantía de la existencia de la fuente”. Pero esta objeción, si se reflexiona sobre ella con toda radicalidad, aparece como un sofisma. Porque, si existe la sed…..”¿por qué ha existido y existe todo esto, y no más bien la nada absoluta, la oscuridad absoluta del no ser?….”
(J VIVES S.I. Carta a Mª Ángeles; “Cuando empezaba a sentirse atea”)



La noche oscura de Teresita del Niño Jesús:

Mi caminito es no desear ver nada. Yo no deseo ver a nuestro Señor sobre la Tierra. ¡Oh, no! Y sin embargo, le amo….Prefiero vivir de fe.

         Yo no puedo alimentarme más que de la verdad. Por eso nunca he deseado visiones. En la tierra no puede verse el cielo ni los ángeles como son. Prefiero esperar a después  de la muerte.

         Nunca he deseado para mí gracias extraordinarias. No es ese mi caminito (…).Era la noche, la noche profunda del alma (…).Como Jesús en el jardín de la agonía, yo me sentía sola, sin consuelo alguno ni en la tierra ni en el cielo. ¡Cómo si Dios mismo me hubiera abandonado! (…).Así como Magdalena, agachándose, sin apartarse del sepulcro vacío, llegó por fin a encontrar lo que buscaba, así también yo, agachándome hasta las profundidades de mi nada me elevé tan alto que conseguí mi intento (…).Esto ya no es un velo para mí; es un muro que se alza hasta los cielos y cubre el firmamento estrellado… Cuando canto la felicidad del cielo, la eterna posesión de Dios, no experimento alegría alguna, porque canto simplemente lo que quiero creer.

         Durante los días gozosos del tiempo pascual, Jesús permitió que mi alma se viera invadida por las más densas tinieblas… quisiera expresar lo que siento, pero ¡ay de mí!, creo que es imposible. Es necesario haber caminado por este sombrío túnel para comprender su oscuridad. Me parece que las tinieblas, apropiándose la voz de los pecadores me dicen, burlándose de mí: «Sueñas con la luz, con una patria aromada de los más suaves perfumes. Sueñas así la posesión eterna del Creador de todas estas maravillas. Crees poder salir un día de las almas que te rodean:

¡Adelante! ¡Adelante! Gózate de la muerte que te daría, no lo que tú esperas, sino una noche más profunda todavía, la noche de la nada…l. Si supiesen en qué tinieblas estoy sumergida. No creo en la vida eterna. Me parece como si después de esta vida mortal no hubiese ya nada… todo ha desaparecido para mí. Sólo me queda el amor…….El amor llama al amor; por eso, Jesús mío, mi amor se lanza hacia vos; quisiera llenar el abismo que le atrae, pero, ¡ay!, no es ni siquiera una gota de rocío perdida en el océano…..”

¿Qué te dicen estos textos a tu vida?, ¿Tu proceso de fe donde se sitúa ?



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