Grupo de Oración San Francisco Javier.

GRUPO DE ORACIÓN SAN FRANCISCO JAVIER

¿Quiénes Somos?

Somos un grupo de oración que se caracteriza por ser: 

* UN ESPACIO DE ORACIÓN ABIERTO Y CON UN TALANTE ACOGEDOR para quienes deseen tener un encuentro personal y comunitario con quien sabemos nos ama.  
 
- HETEROGENEO, formado por hombres y mujeres con una inquietud de búsqueda personal y espiritual.
- De gran Sensibilidad social.  
- Con un Espíritu Evangelizador  y comprometido.

¿Qué hacemos?
Nuestro grupo tiene momentos:

1.- Formación,  este año se concreta en la lectura comunitaria y en profundidad del Evangelio de San Lucas. 

2.- Oración personal y comunitaria al modo ignaciano, que vaya llevando a un crecimiento personal y espiritual de sus miembros.

3.- Una Mirada Creyente a la realidad, en la que este año trabajaremos temas tales como la Economía para el Cristiano de hoy,  mirada a la exclusión social, cual es nuestra forma de mirar al hermano y cineforum sobre un tema de actualidad.

¿Cuándo nos reunimos?
Todos los lunes de 21.00 a 22.00 horas en la Segunda Planta del Centro Pastoral Loyola de Murcia.


Responsables de Grupo. 
P. Justo Prieto, S.J. y Mª José Bernal.



“Rezar es un poco molestar a Dios, para que nos escuche” con la certeza de que la oración será escuchada.

La oración tiene dos actitudes: es “necesaria” y al mismo tiempo es “segura” del hecho que Dios, en sus tiempos y en sus modos, nos escuchará…….

………. Dios puede hacerlo. Cuándo lo hará, cómo lo hará no lo sabemos. Esta es la seguridad de la oración. La necesidad de decirla con verdad, al Señor. ‘Soy ciego, Señor. Tengo esta necesidad. Tengo esta enfermedad. Tengo este pecado. Tengo este dolor...’, pero siempre la verdad, como son las cosas”.

“No sé si quizás esto suena mal, pero rezar es un poco molestar a Dios, para que nos escuche”
Por tanto no os canséis de molestar a Dios.
Papa Francisco



Consecuente vida interior
Hoy más que nunca la clave de la fuerza y perenne actualidad del mensaje de Pedro Arrupe está en su autenticidad y vida interior. Si hubiera que sintetizar su vida en una de las mil anécdotas que forman parte de su biografía elegiría esta: Cuando daba catequesis de adultos como misionero en Japón, un viejo japonés le miraba sin pestañear y sin que durante seis meses dijera una palabra ni a favor ni en contra. Arrupe, extrañado, se atrevió un día a preguntarle: “¿Qué opina usted de mis explicaciones?”. El japonés respondió: “No puedo opinar porque no he oído nada. Soy completamente sordo. Pero me basta con mirarle a los ojos. Usted no miente. Lo que usted cree, eso creo yo”. Vivía realmente, irradiaba lo que predicaba. Estaba convencido que evangelizar antes que hablar es “ser”, como explica en una charla a los seminaristas de la India.
Su gran secreto era una profunda fe y espiritualidad, que le mantenían en su continuo optimismo: “Dicen que soy optimista y lo creo. Me parece una gracia de Dios en estos momentos tener un temperamento optimista. La razón de ser de ese optimismo es que yo tengo una gran confianza en Dios. Y estamos en sus manos”. Una confianza que procedía de su encantadora sencillez y humildad: “Soy un pobre hombre que procura estropear lo menos posible la obra de Dios.”
PEDRO ARRUPE S.J.

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