Ejercicios Espirituales abiertos. Día 3


Temario
día: Oración: Principio y Fundamento de San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios (I).     
2º día: El ayuno que Dios quiere: Principio y Fundamento (II).
3º día: No hay fe sin caridad, ni caridad sin fe. Evangelización y limosna.
4º día: Riesgos en el seguimiento de Cristo.
5º día: Mirando al mañana: reforma de vida.
 
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Día 3º: no hay fe sin caridad, ni caridad sin fe. Evangelización y limosna
 
 
EL JUICIO FINAL - Mateo 25, 31-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme."
Entonces los justos le contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?"
Y el rey les dirá:
"Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."
Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mi, malditos...
Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
 
 
 
 
 
Parábola del buen samaritano - Lucas 10, 25-37
Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?»
Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo».
Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».
Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?»
Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?»
Él dijo: «El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo». 
 
 
 
 
LOS POBRES
(Carta apostólica “La Alegría del Evangelio” (Evangelii gaudium)
81. "Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo".
82. "La palabra «solidaridad» está un poco desgastada y a veces se interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad".
83. "La solidaridad es una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada. La posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien común. La solidaridad debe vivirse como decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde".
84. "Viendo sus miserias, escuchando sus clamores y conociendo su sufrimiento, nos escandaliza el hecho de saber que existe alimento suficiente para todos y que el hambre se debe a la mala distribución de los bienes y de la renta".
85. "El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo se hizo pobre".
86. "Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica".
87. "Quiero una Iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos".
88. "Nadie debería decir que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican prestar más atención a otros asuntos".
89. "Molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia".
 
 
 
IRRADIANDO A CRISTO
 
Querido Jesús:
Ayúdame a esparcir Tu Fragancia por dondequiera que vaya.
Inunda mi alma con Tu Espíritu y Vida.
Penetra y posee todo mi ser tan completamente que mi vida sólo sea un resplandor de la Tuya.
Brilla a través de mí y permanece tanto en mí que cada alma con la que tenga contacto
pueda sentir Tu Presencia en mi alma.
¡Permite que ellos, al mirarme no me vean a mí, sino solamente a Ti!
Quédate conmigo y entonces podré comenzar a brillar como Tú brillas,
a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás.
La luz, oh Jesús, que vendrá toda de Ti: nada de ella será mía.
Serás Tú quien brille sobre los demás a través de mí.
Permíteme así amarte de la manera que Tú me amas.
Brillando sobre aquellos que me rodean.
Permíteme predicarte sin predicar, no con palabras, sino con mi ejemplo,
con la fuerza que atrapa, con la influencia compasiva de lo que hago,
con la evidente plenitud del amor, que mi corazón siente por Ti.   ¡Amén!
 
Beato John Henri Cardenal Newman
(Utilizada por la Beata Madre Teresa de Calcuta, y actualmente por sus religiosas,
en la acción de gracias de la Comunión)
 
 
 
 
El doble precepto de la caridad
(San Agustín)
Recordad, hermanos, los dos preceptos. Tienen que ser sabidos y no sólo de memoria, sino grabados en el corazón. Esto hay que pensar siempre, hay que meditarlo, hay que retenerlo, hay que hacerlo, hay que cumplirlo.
El amor de Dios es anterior en el orden del precepto, el amor del prójimo es anterior en el orden de la ejecución. Pues el que te ha mandado amar con estos dos preceptos, no va a poner primero al prójimo y luego Dios; sino primero Dios y luego el prójimo.
Pero como tú no ves a Dios todavía, amando al prójimo mereces verlo; amando al prójimo purificas tu ojo para ver a Dios, como dice San Juan: si no amas a tu hermano a quien ves, ¿cómo vas a amar a Dios a quien no ves?
Se te dice, pues: ama a Dios.
Si me dices: muéstramelo para amarlo. Te diré con San Juan: a Dios nadie lo ha visto jamás. Y para que no te consideres totalmente extraño a la visión de Dios, dice San Juan: Dios es amor y el que permanece en el amor, permanece en El. Ama pues al prójimo, allí verás a Dios en cuanto es posible.
Comienza pues por amar al prójimo: Parte tu pan con el hambriento y hospeda en tu casa al pobre sin techo; viste al que ves desnudo y no desprecies a los de tu propia carne.
¿Qué consigues haciendo así? Entonces tu luz nacerá como la aurora. Tu luz que es tu Dios será tu amanecer; porque vendrá a ti después de la noche de este siglo temporal (pues El ni amanece ni se pone, porque permanece siempre).
Amando al prójimo y preocupándote de él, peregrinas. A dónde peregrinas, sino al Señor tu Dios, a quien debemos amar con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente. Todavía no hemos llegado al Señor, pero tenemos al prójimo con nosotros. Carga con el compañero de viaje, para que llegues a aquel con quien deseas permanecer.
 
 
EL DOLOR DEL POBRE CERCANO – EL PRÓJIMO = PRÓXIMO
Aunque Madre Teresa se sintiera incómoda al dirigirse a la «gente importante» del Sínodo, estaba convencida de que Jesús Se servía de ella para proclamar el gran amor de Dios hacia Sus pobres. Su sencillo, pero elocuente mensaje, fue un resumen de lo que había vivido durante los últimos treinta años. A través de sus oscuridad interior, estaba familiarizada con el sentimiento de ser rechazada, despreciada, desatendida; y sabía que este profundo dolor era mucho peor que cualquier enfermedad física. En su discurso, incluyó particularmente la soledad como una nueva forma de pobreza.
Hace poco, un hombre vino a mí en la calle. Me preguntó: «¿Es usted Madre Teresa?» «Sí» le contesté. Me dijo: «Por favor envíe a alguien a mi casa. Mi mujer está medio loca y yo soy medio ciego. Pero estamos deseando intensamente escuchar el sonido cariñoso de una voz humana.» Era gente acomodada. Tenían de todo en su casa. Sin embargo, estaban muriendo de soledad, muriendo por escuchar una voz cariñosa.
¿Cómo podemos saber que no hay alguien así viviendo en la casa de al lado? ¿Sabemos quiénes son, dónde están? Busquémosles, y cuando les encontremos, amémosles. Al amarles, les estaremos sirviendo.
Hoy Dios ama tanto al mundo que Él les da a ustedes, me da a mí, para amar al mundo, para ser Su amor, Su compasión. Es un pensamiento tan hermoso para nosotros—y una convicción—que ustedes y yo podemos ser ese amor y esa compasión.
¿Sabemos quiénes son nuestros propios pobres? ¿Conocemos a nuestro vecino, a los pobres de nuestro barrio? Es tan fácil para nosotros hablar y hablar sobre los pobres de otros países. Muy a menudo tenemos a personas sufrientes, solas o abandonadas, personas—ancianas, despreciadas, que se sienten miserables—y que están cerca de nosotros y ni siquiera los conocemos. No tenemos tiempo ni para sonreírles.
La tuberculosis y el cáncer no son las peores enfermedades. Yo creo que una enfermedad mucho mayor es sentirse despreciado, no amado: El sufrimiento de esas personas es muy difícil de entender, de penetrar. Pienso que es esto lo que nuestros pobres de todo el mundo están viviendo, en cada familia, en cada hogar.
Este sufrimiento se está repitiendo en cada hombre, mujer y niño. Yo pienso que Cristo está reviviendo de nuevo Su Pasión. Y somos nosotros, usted y yo los llamados a ayudarles—ser Verónica, ser Simón para ellos.
Nuestros pobres son gente maravillosa, muy simpática. No necesitan nuestra lástima ni nuestra compasión. Sólo necesitan nuestro amor comprensivo y nuestro respeto. Tenemos que decir al pobre que él es alguien para nosotros, que él también ha sido creado por la misma mano amorosa de Dios, para amar y ser amado.
En este sufrimiento, el suyo propio y el de sus pobres Madre Teresa reconocía a Cristo que estaba reviviendo una vez más Su Pasión bajo Su angustioso disfraz. En los inicios de su trabajo entre los más pobres de los pobres, exhortó a su pequeño grupo de hermanas a «encontrar a Jesús en los oscuros agujeros en los barrios más miserables, en las miserias más lamentables de los pobres». Ahora Le encontraba también en la soledad de la gente acomodada. (Teresa de Calcuta. Ven, sé mi luz. 358-359).
 
 
CONVIVIR CON LOS DEFECTOS AJENOS
Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío. Los puercoespín, dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.
Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro. De esa forma pudieron sobrevivir.
 
Moraleja de la historia
La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas,
sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás
y admirar sus cualidades.
 
 
 
 
 

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