Ejercicios Espirituales abiertos. Día 3
Temario
1º día: Oración: Principio y Fundamento de San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios (I).
2º día: El ayuno que Dios quiere: Principio y Fundamento (II).
3º día: No hay fe sin caridad, ni caridad sin fe. Evangelización y limosna.
4º día: Riesgos en el seguimiento de Cristo.
5º día: Mirando al mañana: reforma de vida.
* * * * *
Día 3º: no hay fe sin caridad, ni caridad sin fe.
Evangelización y limosna
EL JUICIO FINAL - Mateo 25,
31-46
En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos:
-«Cuando venga
en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el
trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las
ovejas, de las cabras. Y pondrá las
ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado
para vosotros desde la creación del mundo. Porque
tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui
forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me
visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme."
Entonces los
justos le contestarán:
"Señor,
¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?;
¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo
te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?"
Y el rey les
dirá:
"Os aseguro
que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo
lo hicisteis."
Y entonces dirá
a los de su izquierda: "Apartaos de mi, malditos...
Y éstos irán al
castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
Parábola del buen samaritano - Lucas 10, 25-37
Se levantó un legista, y dijo
para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida
eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en
la Ley? ¿Cómo lees?»
Respondió: «Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu
mente; y a tu prójimo como a ti mismo».
Díjole entonces: «Bien has respondido.
Haz eso y vivirás».
Pero él, queriendo justificarse,
dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?»
Jesús respondió: «Bajaba un
hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de
despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba
por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un
levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que
iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose,
vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia
cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos
denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo
más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres te parece que fue
prójimo del que cayó en manos de los salteadores?»
Él dijo: «El que practicó la
misericordia con él».
Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo
mismo».
LOS POBRES
(Carta apostólica “La Alegría
del Evangelio” (Evangelii gaudium)
81. "Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser
instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera
que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles
y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo".
82. "La palabra «solidaridad» está un poco desgastada y a veces
se interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad".
83. "La solidaridad es una reacción espontánea de quien reconoce
la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades
anteriores a la propiedad privada. La posesión privada de los bienes se
justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien
común. La solidaridad debe vivirse como decisión de devolverle al pobre lo que
le corresponde".
84. "Viendo sus miserias, escuchando sus clamores y conociendo su
sufrimiento, nos escandaliza el hecho de saber que existe alimento suficiente para
todos y que el hambre se debe a la mala distribución de los bienes y de la
renta".
85. "El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los
pobres, tanto que hasta Él mismo se hizo pobre".
86. "Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría
teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica".
87. "Quiero una Iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho
que enseñarnos".
88. "Nadie debería decir que se mantiene lejos de los pobres
porque sus opciones de vida implican prestar más atención a otros
asuntos".
89. "Molesta que se hable de ética, molesta que se hable de
solidaridad mundial, molesta que se hable de distribución de los bienes,
molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable
de la dignidad de los débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un
compromiso por la justicia".
IRRADIANDO
A CRISTO
Querido
Jesús:
Ayúdame a esparcir Tu Fragancia por
dondequiera que vaya.
Inunda mi alma con Tu Espíritu y Vida.
Penetra y posee todo mi ser tan
completamente que mi vida sólo sea un resplandor de la Tuya.
Brilla a través de mí y permanece tanto en
mí que cada alma con la que tenga contacto
pueda sentir Tu Presencia en mi alma.
¡Permite que ellos, al mirarme no me vean
a mí, sino solamente a Ti!
Quédate conmigo y entonces podré comenzar a
brillar como Tú brillas,
a brillar tanto que pueda ser una luz para
los demás.
La luz, oh Jesús, que vendrá toda de Ti: nada
de ella será mía.
Serás Tú quien brille sobre los demás a
través de mí.
Permíteme así amarte de la manera que Tú
me amas.
Brillando sobre aquellos que me rodean.
Permíteme predicarte sin predicar, no con
palabras, sino con mi ejemplo,
con la fuerza que atrapa, con la
influencia compasiva de lo que hago,
con la evidente plenitud del amor, que mi corazón siente
por Ti. ¡Amén!
Beato John Henri
Cardenal Newman
(Utilizada por la
Beata Madre Teresa de Calcuta, y actualmente por sus religiosas,
en la
acción de gracias de la Comunión)
El doble precepto de la
caridad
(San Agustín)
Recordad, hermanos, los dos preceptos. Tienen que ser
sabidos y no sólo de memoria, sino grabados en el corazón. Esto hay que pensar
siempre, hay que meditarlo, hay que retenerlo, hay que hacerlo, hay que cumplirlo.
El amor de Dios es anterior en el orden del precepto, el
amor del prójimo es anterior en el orden de la ejecución. Pues el que te ha
mandado amar con estos dos preceptos, no va a poner primero al prójimo y luego
Dios; sino primero Dios y luego el prójimo.
Pero como tú no ves a Dios todavía, amando al prójimo
mereces verlo; amando al prójimo purificas tu ojo para ver a Dios, como dice
San Juan: si no amas a tu hermano a quien ves, ¿cómo vas a amar a Dios a quien
no ves?
Se te dice, pues: ama a Dios.
Si me dices: muéstramelo para amarlo. Te diré con San
Juan: a Dios nadie lo ha visto jamás. Y para que no te consideres totalmente
extraño a la visión de Dios, dice San Juan: Dios es amor y el que permanece en
el amor, permanece en El. Ama pues al prójimo, allí verás a Dios en cuanto es
posible.
Comienza pues por amar al prójimo: Parte tu pan con el
hambriento y hospeda en tu casa al pobre sin techo; viste al que ves desnudo y
no desprecies a los de tu propia carne.
¿Qué consigues haciendo así? Entonces tu luz nacerá como
la aurora. Tu luz que es tu Dios será tu amanecer; porque vendrá a ti después
de la noche de este siglo temporal (pues El ni amanece ni se pone, porque permanece
siempre).
Amando al prójimo y preocupándote de él, peregrinas. A
dónde peregrinas, sino al Señor tu Dios, a quien debemos amar con todo el
corazón, con toda el alma y con toda la mente. Todavía no hemos llegado al
Señor, pero tenemos al prójimo con nosotros. Carga con el compañero de viaje,
para que llegues a aquel con quien deseas permanecer.
EL DOLOR DEL POBRE CERCANO – EL PRÓJIMO = PRÓXIMO
Aunque Madre Teresa se sintiera incómoda al dirigirse
a la «gente importante» del Sínodo, estaba convencida de que Jesús Se servía de
ella para proclamar el gran amor de Dios hacia Sus pobres. Su sencillo, pero elocuente mensaje, fue un resumen de lo que
había vivido durante los últimos treinta años. A través de sus oscuridad
interior, estaba familiarizada con el sentimiento de ser rechazada, despreciada,
desatendida; y sabía que este profundo dolor era mucho peor que cualquier enfermedad
física. En su discurso, incluyó particularmente la soledad como una nueva forma
de pobreza.
Hace poco, un hombre vino a mí en la calle. Me preguntó: «¿Es usted
Madre Teresa?» «Sí» le contesté. Me dijo: «Por favor envíe a alguien a mi casa. Mi mujer
está medio loca y yo soy medio ciego. Pero estamos deseando intensamente
escuchar el sonido cariñoso de una voz humana.» Era gente acomodada. Tenían de
todo en su casa. Sin embargo, estaban muriendo de soledad, muriendo por escuchar
una voz cariñosa.
¿Cómo podemos saber que no hay alguien así viviendo
en la casa de al lado? ¿Sabemos quiénes son, dónde están? Busquémosles, y
cuando les encontremos, amémosles. Al amarles, les estaremos sirviendo.
Hoy Dios ama tanto al mundo que
Él les da a ustedes, me da a mí, para amar al mundo, para ser Su amor,
Su compasión. Es un pensamiento tan hermoso para nosotros—y una convicción—que
ustedes y yo podemos ser ese amor y esa compasión.
¿Sabemos quiénes son nuestros propios pobres?
¿Conocemos a nuestro vecino, a los pobres de nuestro barrio? Es tan fácil para
nosotros hablar y hablar sobre los pobres de otros países. Muy a menudo tenemos
a personas sufrientes, solas o
abandonadas, personas—ancianas, despreciadas, que se sienten miserables—y que están cerca de nosotros y ni siquiera los
conocemos. No tenemos tiempo ni para sonreírles.
La tuberculosis y el cáncer no son las peores enfermedades. Yo creo que una enfermedad mucho mayor es
sentirse despreciado, no amado: El sufrimiento de esas personas es muy difícil de entender, de penetrar. Pienso que es esto lo que nuestros pobres de todo el
mundo están viviendo, en cada familia, en cada hogar.
Este sufrimiento se está
repitiendo en cada hombre, mujer y niño. Yo pienso que Cristo está reviviendo
de nuevo Su Pasión. Y somos nosotros, usted
y yo los llamados a ayudarles—ser
Verónica, ser Simón para ellos.
Nuestros pobres son gente
maravillosa, muy simpática. No necesitan
nuestra lástima ni nuestra compasión. Sólo
necesitan nuestro amor comprensivo y nuestro respeto. Tenemos que decir al
pobre que él es alguien para nosotros, que él también ha sido creado por
la misma mano amorosa de Dios, para amar y ser amado.
En este sufrimiento, el suyo propio y el de sus
pobres Madre Teresa reconocía a Cristo que estaba reviviendo una vez más Su
Pasión bajo Su angustioso disfraz. En los inicios
de su trabajo entre los más pobres de los pobres, exhortó a su pequeño grupo de
hermanas a «encontrar a Jesús en los oscuros agujeros en los barrios más miserables,
en las miserias más lamentables de los pobres». Ahora Le encontraba también en
la soledad de la gente acomodada. (Teresa de Calcuta. Ven, sé mi luz. 358-359).
CONVIVIR CON LOS DEFECTOS AJENOS
Durante la Edad
de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío. Los puercoespín, dándose
cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se
abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los
compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron
alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.
Así que tuvieron
que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían
de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma
aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona
muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro. De
esa forma pudieron sobrevivir.
Moraleja de la historia
La mejor relación
no es aquella que une a personas
perfectas,
sino aquella en que
cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás
y admirar sus cualidades.
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