Ejercicios Espirituales abiertos. Día 2.

Temario
día: Oración: Principio y Fundamento de San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios (I).     
2º día: El ayuno que Dios quiere: Principio y Fundamento (II).
3º día: No hay fe sin caridad, ni caridad sin fe. Evangelización y limosna.
4º día: Riesgos en el seguimiento de Cristo.
5º día: Mirando al mañana: reforma de vida.
 
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Principio y Fundamento [EE 23]
 
El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y
mediante esto salvar su alma; y las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para
el hombre y para que le ayuden a conseguir el fin para el que es creado.
De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar de ellas cuanto le ayuden para su fin, y tanto debe privarse de ellas cuanto para ello le impiden. Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, en todo lo que cae bajo la libre determinación de nuestra libertad y no le está prohibido; en tal manera que no queramos, de nuestra parte, más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y así en todo lo demás, solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce al fin para el que hemos sido creados.
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La llamada a la aventura interior no es una exclusiva de ninguna religión. La espiritualidad está presente en casi todas las religiones. Pero en el cristianismo tiene unas connotaciones propias. Es una espiritualidad siempre encarnada, no sólo de huida o de aislamiento del mundo, sino de presencia en las realidades humanas vividas a la luz de la Palabra de Dios y de su amor. Precisamente, la oración -una manifestación fundamental en todo camino espiritual- fue definida por santa Teresa de Jesús como una relación con quien sabemos que nos ama.
 
Ahora bien, la primera etapa de toda vida mística auténtica es una ascética verdadera, que es renuncia al mal, dominio de las pasiones y purificación interior. Este es el objetivo de las tres prácticas tradicionales del tiempo de Cuaresma: la oración, con el presupuesto de hacer silencio en nuestro espíritu; el ayuno, es decir, la capacidad de sacrificio, de autodominio y renuncia; y la limosna, es decir, la solidaridad efectiva con los que sufren necesidades.
La madre Teresa de Calcuta, mística y a la vez comprometida en la ayuda a los más pobres entre los pobres, lo expresaba con unas palabras que tienen plena aplicación al tiempo cuaresmal: "El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz."
(Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona, Cardenal Lluís Martínez Sistach)
Papa Francisco en su Mensaje de Cuaresma 2015
Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor, encuentra las respuestas a las preguntas que la historia le plantea continuamente. Uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globalización de la indiferencia.
La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan.
Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra.
Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta mediante la proclamación de la Palabra... Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida.
… Querría proponerles tres pasajes para meditar acerca de esta renovación.
 
1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12, 26)
… El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres…
2. «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4, 9)
Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades. En estas realidades eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf. Lc 16, 19-31).
3. «Fortalezcan sus corazones» (St 5, 8)
También como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?
1)    Podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial.
2)    Podemos ayudar con gestos de caridad, tanto a personas cercanas como a lejanas.
3)    El sufrimiento del otro constituye una llamada a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.
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MENÚ CUARESMAL
Recetas al alcance de todos
1. TENER A MANO:
Abrelatas, para abrir el corazón endurecido.
Cuchillo, para cortar vicios.
Destapador, para destapar lo atorado en las relaciones familiares.
Colador, para pasar por alto las ofensas y purificar intenciones.
Mandil, para el servicio.
2. ABSTENERSE:
Abstenerse de comer prójimo (chismes, murmuraciones y calumnias).
Quitarle al condimento los desquites.
Evitar consumir altas grasas de egoísmo.
No tomar vinagre, que pone de mal humor.
Lavar bien el corazón para que no se infecte de la cólera.
Evitar el consumo excesivo de picantes, para no "picarse" y decir maldiciones.
Evitar el camarón, porque adormece la conciencia,
y "camarón que se duerme, se lo
lleva la corriente".
No tomar postres helados que congelen el afecto.
Evitar comer pan de muertos -de envidia.
3. MENÚ RECOMENDADO:
Como plato fuerte: exquisita caridad para con el prójimo.
Caldo de atención a los desamparados y enfermos.
Ensalada de detalles de afecto para los suyos.
Pan abundante para compartir con el hambriento.
Vino de alegría para convidar a los tristes y desanimados.
Sopa de letras para escribir más seguido a familiares y amigos.
Sopa de zanahoria para ver con buenos ojos a los demás.
Pan bendito para los afligidos, ya que "las penas con pan son menos".
4. DE POSTRE, SE RECOMIENDA:
Perita en dulce, para ser buena persona.
Yogurt de guayaba... para repetir gestos de perdón.
Naranja dulce y limón partido: "Dame el abrazo que yo te pido (abrazar a los seres
queridos, y darles muestras de aprecio verdadero, no de chocolate).
Comparte tu vida con OTRAS PERSONAS.
Finalmente, el Chef celestial recomienda sobre todo el alimento espiritual:
"EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE, TIENE VIDA ETERNA"
 
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LA CONTEMPLACIÓN: UN CAMINO PARA ORAR
 
"La contemplación ignaciana es una forma de oración imaginativa. Consiste en escoger una escena de la Vida de Cristo y revivirla tomando parte en ella como si ocurriese en el momento presente, y tú participases en ese acontecimiento" (Tony de Mello).
"Se trata de ponerse ante un misterio de la vida del Señor, de penetrar en la presencia viva y actual de Jesucristo a fin de recibir la gracia y la luz del Señor que vive en nuestros corazones por la fe" (Laplace).
"Cuando nuestra oración deja de ser una petición de favores de Dios y se vuelve una mirada tranquila al Señor... la llamamos contemplación... Esta contemplación aparentemente no produce nada, pero trae siempre alegría y paz: es una forma del amor, que se vive en el silencio, y en este silencio es donde madura el encuentro con el Señor" (Biblia Latinoamericana).
Por tanto: la contemplación es contemplación: no es especulación, ni toma de decisiones. Parece inútil pérdida de tiempo, pero sólo cuando se acepta su inutilidad, empieza a ser útil.
A diferencia del método de la meditación, más discursivo, la contemplación es una mirada sencilla y simple de la verdad, o misterio que se contempla.
En la contemplación no estoy como simple espectador, contemplando la escena desde fuera, sino que me adentro en ella para ser actor y protagonista de lo que contemplo.
Y así al contemplar los Misterios de la Vida de Jesús, entro en relación personal con Él. Y esto es lo más significativo de este método.
La contemplación pone dos cosas juntas: al hombre, que soy yo con mi vida y mi historia personal, y al Misterio de Cristo. Y hay que dejarlos mucho tiempo juntos para que haya interacción e intercomunicación.
 
 
* EL PROCESO
ØVER LAS PERSONAS: Entra en relación con cada una de las personas que contemplas en el misterio "como si presente me hallare..." (Ejercicios de San Ignacio 114).
Ø OÍR LO QUE HABLAN: El misterio o escena que contemplas tienes que vivirlo en acción, escuchando cada una de las palabras como dichas a ti, en la situación concreta en que te hallares.
Ø MIRAR LO QUE HACEN: En la escena que contemplas sigue imaginativamente todos los acontecimientos para dejarte penetrar de ellos. Así entrarás en relación y comunión con Jesucristo.
 
 
* FRUTOS
Cuando has entrado por este camino de la contemplación, te encontrarás, entre otros, con los siguientes frutos:
* Creatividad en la fe: irás experimentando una fe más personal. "Ya no creemos por lo que tú nos has dicho, nosotros mismos sabemos que éste es el Salvador" (Jn 4, 42).
* Compromete un nivel más profundo de la persona. A medida que crece la experiencia, hay una mayor constancia en la vida cristiana. Porque lo afectivo, es lo efectivo.
* Se crea en el creyente un sentido cristiano en toda su vida, que le dispone a buscar la voluntad de Dios sobre él.
* Nos conduce a un "conocimiento interno del Señor para que más le ame y le siga." (Ejercicios de San Ignacio 104). Así es como nosotros entramos en el corazón del Señor para participar de sus actitudes y no formar ya más que una cosa con Él. En este ir asemejándonos a Él es donde verdaderamente le conocemos.
 
Dice una fábula persa: Un día, un caminante halló un trozo de barro tan aromático que su perfume llenaba toda la casa. “¿Qué eres tú? – le preguntó el caminante-. ¿Eres alguna gema de Samarkanda o algún extraño nardo disfrazado o alguna otra mercancía preciosa?” –“No. No soy más que un trozo de barro”. –“Entonces, ¿cómo tienes este aroma maravilloso?” –“Amigo, te voy a revelar un secreto: he estado viviendo junto a una rosa”.
 
 
 
 
 

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