Retiro de adviento 2016.

EL ADVIENTO, UN CAMINO INTERIOR QUE FORTALECE EL ESPÍRITU.
"Para que os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis vigorosamente fortalecidos por la acción del Espírtu en el hombre interior..." (Efe 3, 15)
"Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret a Judea a la ciudad de David, que se llama Belén" (Lc 2, 4)

"La vida se nos presenta como un Adviento permanente. Vivimos a la espera, sin saber lo que nos espera." (Nicolás Castellanos, obispo emérito de Palencia)

Como cada año, el Centro Loyola propone un retiro de Adviento para prepararnos en este tiempo de espera. Como, gracias a Dios, somos muchos, hemos podido mantener dos convocatorias muy distintas.

 EL CAMINO. El Adviento es un camino, como bien sabéis, no es un tiempo en sí mismo, sino un paso. Todo camino invita al movimiento, a no estar estático sino a disponerse a hacer el camino: Caminante no hay camino, se hace camino al andar (Antonio Machado)

La primera fue en Bullas, en plena naturaleza para poder admirar todo aquello que el Padre Bueno creó. Hasta este precioso rincón nos desplazamos bastantes de nosotros y compartimos el examen de la oración por parejas, conversando entre amigos con el que nos ha unido, en el centro.
 Como es tradicional en este encuentro, después de la eucaristía, pasamos a compartir esos alimentos que aportamos entre todos.

El siguiente fin de semana, tuvo lugar el encuentro en nuestro centro para todos aquellos a quienes les era difícil desplazarse o preferían mantenerse cerca de sus menesteres. En esta modalidad, el retiro se hizo en dos días.
 EL BASTÓN. ¿Cómo debemos hacer nuestro camino? Como todo peregrino debemos llevar nuestro bastón (la Fe), sandalias (escuchar la Palabra) y cantimplora (la Esperanza).
El bastón, la Fe, es el gran regalo que los creyentes tenemos para poder caminar por la senda de la creencia: "La Fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios" (Benedicto XVI).
La Fe es ese acto por el que, tras un encuentro con Dios, nos entregamos a Él comprometiendo el fondo de nuestro ser.
 LA CANTIMPLORA. La Esperanza es siempre el signo de distinción de este camino.
La Esperanza y el Espíritu van siempre unidos por la humildad. La esperanza también es humilde. La esperanza tiende a esconderse, como el Espíritu, actúa desde dentro, pero es imprescindible; ella levanta y enciende todas las virtudes.

¿Qué haría una fe sin esperanza? pues una suma de desilusiones.
¿Qué sería una caridad sin esperanza? El dolor más grande.
¿Qué sería la justicia sin esperanza? Frío legalísimo.
¿Qué sería humildad sin esperanza? Puro decaimiento.
¿Qué sería la pureza sin esperanza? Flor de un día.
 

Feliz camino
Feliz Adviento
Maranathâ!

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