En el país de #NoLand, exite el derecho a jugar sin jugarse la vida.

Tras la conferencia ofrecida por entreculturas Murcia el pasado lunes, nos hacemos eco del artículo aparecido en el periódico La Verdad.
 
«La escuela es un hospital de normalidad para los niños refugiados»
Entreculturas lanza la campaña 'El derecho a jugar, sin jugarse la vida' para concienciar sobre las víctimas más inocentes de las guerras.

Benítez, Abad  y Zard, junto al cartel de Ghada, imagen de la campaña de Entreculturas. (F. A. Carrión / AGM)
JOSEFINA MECA
MURCIA.
La clave de la normalidad de 2.000 niños que viven como refugiados en Líbano está en poder ir al colegio cada día. Algo tan cotidiano se convierte en una especie de lotería, en un país en el que uno de cada cuatro ciudadanos es refugia­do procedente de un país en conflic­to (1,2 millones en total). Es el caso de Ghada, una niña de 13 años que huyó de la guerra civil siria con su familia para refugiarse en suelo li- banés. La ONG jesuíta Entrecultu­ras utiliza su testimonio para llamar la atención sobre la complicada si­tuación de estos menores, con mo­tivo de la celebración del Día Mun­dial de las Personas Refugiadas.
«Son niños que han vivido el trauma de la guerra, el trauma de salir de su país y llegar a un nuevo lugar que no te quiere», relata Ángel Benítez-Donoso, subdirector de una escuela gestionada por el Servicio Jesuita a Refugiados. «Viven haci­nados, con poca higiene y los que tienen la suerte de ir a la escuela, pueden ser niños durante esas ho­ras», explica. Es el caso de los 1.500 niños que la ONG acoge en las tres escuelas que tiene en Siria. Los me­nores que no pueden ir al colegio no salen ni a la calle por miedo. «El co­legio llega a ser un hospital de nor­malidad, es un espacio donde jugar, estudiar, y relacionarse con otros ni­ños», puntualiza Ángel.
El trabajo de la ONG no termina en las escuelas, sino que ofrece ade­más programas de asistencia alimen­taria, talleres sobre salud, clases de idiomas o informática para mujeres y jornadas de concienciación con la integración como objetivo. «Tene­mos un equipo de fútbol abierto en el que pueden participar tanto re­fugiados como libaneses», apunta Andrea Zard, responsable de asis­tencia a familias refugiadas.
La ONG acoge a 1.500 menores en las tres escuelas que tiene en Siria
 
Entreculturas presentó ayer en Mur­cia su campaña ‘Noland. Derecho a jugar sin jugarse la vida’. «Hay que llamar la atención sobre el derecho a jugar y a aprender. Sin educación, la construcción de la paz es imposi­ble», asegura la responsable de pro­yectos de África del Oeste y Orien­te Medio, Raquel Abad, que detalla que la concienciación de la sociedad tiene dos vertientes: «Sensibilizar sobre la importancia de la educación de los niños víctimas de conflictos y guerras, y mejorar la actitud de hospitalidad de los países recepto­res de los refugiados».
La respuesta de la comunidad in­ternacional ante esta realidad es, a todas luces, «insuficiente», tenien­do en cuenta que hay 25 millones de menores refugiados como Gha­da, y otros 230 millones que siguen viviendo en zonas en conflicto. La historia que pone cara a la campaña, que puede verse en www.entreculturas.org, termina con un anhelo co­mún: «Ellos son sirios, es su histo­ria, su cultura. Su deseo es volver».
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 






 

 
 

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